¿Qué tienen en común Moby Dick y las orcas Ibéricas?

Foto: Portada de Moby Dick Alianza Editorial.

La novela Moby Dick ha sido calificada como una de las grandes joyas de la literatura norteamericana del S. XIX. Con este calificativo, muchos ávidos lectores se han acercado a ella, descubriendo con su lectura, no solo una novela de aventuras, donde el protagonista es un inmenso cachalote, sino una obra maestra en la que Herman Melville (Nueva York, 1819-1891) nos enseña el alma de las gentes del mar, y nos deja como legado en sus páginas uno de los mejores tratados de la mayor industria ballenera del S.XIX. Millas, tormentas, océanos, envidias, capitanes,…, todos son sustantivos que identifican esta maravillosa obra, pero el relato carecería de sentido sin el eje principal de esta historia: la lucha incansable del capitán Ahab para dar caza a la gran ballena blanca que le había arrancado años atrás la pierna izquierda. En nuestro imaginario colectivo este inmenso animal se une a megalodones, leviatanes, krakens y demás seres que habitan el fondo del océano, convirtiéndolos en seres monstruosos, que por su capacidad destructiva, no dejaban indiferente a nadie.

Para crear la leyenda de Moby Dick, Melville se sirve de todas las experiencias que vivió en el mar, siendo la muerte prematura de su padre, la que le hace enrolarse por primera vez en la línea marítima Nueva York-Liverpool. Dos años más tarde, debido a la dificultad de encontrar un empleo estable, se embarca de nuevo durante cuatro años; esta vez en un ballenero por los mares del sur. Fueron todas estas experiencias las que permitieron a Melville presentarnos la vida en un barco, pero sin duda, fue el acontecimiento que se relata en el libro publicado en 2015 En el corazón del mar el que daría lugar a esta obra maestra. En el citado libro, el escritor norteamericano Nathaniel Philbrick cuenta la historia del “Essex”, un barco ballenero que partió del puerto norteamericano de Nantucket en el año 1819, con la misión de capturar ballenas y convertirlas en preciado aceite. Estas misiones solían extenderse durante un periodo de 2 años, si bien en el caso particular que se relata en el libro, se truncó a los quince meses, cuando navegando en pleno Pacífico, el barco fue atacado por un inmenso cachalote, y la tripulación se vio obligada a refugiarse en tres balleneras de aproximadamente 8 metros de eslora. Moby Dick contiene varias referencias detalladas al ataque del cachalote como cuando Melville emplea las palabras del primer oficial del Essex para describir a la gran ballena blanca: “toda ella rezumaba rencor, rápida venganza, malicia eterna” antes de atacar el barco y zambullirse para recorrer su quilla de un extremo a otro. Posteriormente, aunque en la novela Moby Dick el inmenso animal dirige su atención a la ballenera del capitán Ahab, la realidad fue que el inmenso cachalote macho de 26 metros atacó por segunda vez el barco, dejándolo totalmente inservible.

Imagen de un cachalote tomada de El coloso de los siete mares en www.amuraworld.com.

Según el profesor de investigación Hal Whitehead, experto en comportamiento y biología poblacional de los cachalotes, es posible que al principio, el cachalote atacase al Essex por error, y que este contacto trastornase tanto al animal, que diera como resultado el segundo incidente, que sí da la impresión de ser un ataque. Muchos pescadores de cetáceos del S. XIX pensaban igual que él, quedando registrado en sus cuadernos de bitácora, el hecho de que a medida que aumentaba la pesca de cachalotes, se observaba un cambio de comportamiento en ellos, “volviéndose más inquietos y asustadizos, y luchando para defenderse”. Podría parecer que la presión que se estaba ejerciendo sobre ellos les estaba agotando la paciencia y estaban aprendiendo unos de otros a hacer frente a sus atacantes. De hecho no fue una actividad menor: se calcula que los balleneros de Nantuquet y otros puertos norteamericanos capturaron 225.000 cachalotes entre 1804 y 1876.

En gran parte de la naturaleza son los genes y el instinto los que marcan el comportamiento de los animales. Sin embargo, en los mamíferos marinos, al igual que en los seres humanos, se ha probado que la cultura desempeña un papel fundamental, y que las enseñanzas de los adultos pueden marcar de forma extraordinaria los comportamientos futuros de su descendencia. En este sentido, el profesor Whitehead ha publicado recientemente un artículo en el que muestra como los cachalotes supieron adaptarse rápidamente a la presión que los balleneros estaban ejerciendo sobre ellos. Para ello, analizó los cuadernos de bitácora de los barcos balleneros, y observó que el porcentaje de éxito al arponear cachalotes previamente avistados, cayó en un 58% en los primeros años de actividad. Este hecho no podía explicarse por la competencia de los arponeros, sino por el hecho de que los cachalotes aprendieron, en menos de una década, distintas estrategias de defensa. Su capacidad para comunicar el peligro a otros grupos con eco localización, navegar en contra del viento, realizar grandes zambullidas, o permanecer en grupo y atacar -tal y como hacen para defenderse de las orcas-, fueron algunas de las causas de su éxito, y demuestran que las ballenas aprenden unas de otras, es decir, tienen la capacidad de transmitir cultura.

Fotograma del vídeo grabado por el Team Jajo durante la Ocean Race en el que se puede observar una orca “jugando” con el timón del velero.

Cultura y mamíferos marinos nos lleva sin duda a hablar de los “ataques” crecientes de orcas en la costa oeste de la Península Ibérica. Aunque nuestro imaginario colectivo nos podría llevar de nuevo a pensar en ballenas asesinas con una alta capacidad destructiva, las interacciones que están teniendo lugar entre orcas y barcos veleros, apuntan a que las orcas podrían estar siguiendo una moda que se está transmitiendo rápidamente entre los distintos miembros del grupo, y por tanto, al igual que nuestras modas, puede llegar y desaparecer. Esta hipótesis se apoya en el hecho de que, las orcas, en ningún momento tienen un comportamiento agresivo, sino más bien “lúdico y juguetón”, tal y como puede observarse en el fantástico vídeo grabado por la tripulación de un barco velero en las proximidades del Estrecho de Gibraltar. Si aceptamos como válida esta afirmación, es fundamental que los medios de comunicación no tengan una narrativa que induzca comportamientos agresivos hacia ellos, tal y como hemos podido observar el pasado mes de agosto, lo que sin duda podría agravar la situación actual. Es un hecho que el número de interacciones con barcos se incrementa cada año, pero no porque cada vez las orcas estén más molestas con nosotros, sino porque al igual que otros mamíferos marinos, tienen una alta capacidad para aprender unas de otras.

Con todo este conocimiento quizás deberíamos plantearnos donde vivimos y con quien compartimos el espacio. Es de extraordinaria importancia entender a estos fantásticos animales, porque como dice el profesor Whitehead en su fantástica charla Ted: “solo entendiendo como su cultura afecta a su ecología y a su evolución, podremos entender mejor nuestras culturas: no solo lo que significan, sino por qué las tenemos”.

Referencias

Libros
En el corazón del mar. Nathaniel Philbrick. ISBN 978-84-672-6472-2
La travesía del cachalote. Frank Thomas Bullen. ISBN 978-84-182-2731-8
Moby Dick. Herman Melville

Artículos
Whitehead H, Smith TD, Rendell L. 2021 Adaptation of sperm whales to open-boat whalers: rapid social learning on a large scale? Biol. Lett. 17: 20210030. https://doi.org/10.1098/rsbl.2021.0030

Vídeos
Orcas. https://www.youtube.com/watch?feature=shared&v=E1rqcI2jULY
Whale culture: Hal Whitehead at TEDxHalifax. https://www.youtube.com/watch?v=9uyGXoMaXns