Cómo abordar la emergencia climática: ciencia y activismo

Con alta probabilidad creo que la mayoría de vosotros al leer este titular me contestaríais: ¡Estoy harto de escuchar a políticos alertando del cambio climático! Lo único que puedo deciros, es que yo también estoy un poco harta, pero la diferencia quizás entre vosotros y yo, es que en mi caso particular, después de invertir 20 años de mi vida en el estudio del océano y el clima, me atrevo a afirmar que: ¡el cambio climático es real y lo sufriremos todos! Me gustaría explicaros por qué.

Comencemos por preguntarnos desde cuándo existen evidencias de que el calentamiento climático está causado por el hombre. Ya en el año 1985, el astrónomo Carl Sagan pronunció un memorable discurso en el Congreso de los Estados Unidos en el que ya alertaba de que un sistema económico basado en la quema de combustibles fósiles provocaría una distorsión en el equilibrio planetario, que quizás no sufriría la generación que gobernaba, pero que provocaría mucho dolor a su querida descendencia. Planteaba así el mayor reto al que se enfrentaba la humanidad: actuar globalmente para evitar el sufrimiento de las generaciones futuras.

Carl Sagan testificando ante el congreso de los estados unidos en 1985 en relación con el cambio climático ( Vídeo en: https://www.c-span.org/video/?125856-1/greenhouse-effect)

Más de 35 años después, su perfecta explicación continúa siendo un foco de atención en el debate político; un debate en el que parece primar el sálvese quien pueda, y en el que los países ricos podrían parecerse al conductor de un Ferrari que acelera alegremente dirigiéndose hacia un precipicio. Quizás algunos piensen: por lo menos alguna vez en mi vida conduje un Ferrari; sin embargo, los científicos apelamos a que probablemente lo mejor sería ir caminando y disfrutar de las vistas.

Entre toda la desinformación que existe sobre la emergencia climática, por mucho que se quiera generar debate sobre los datos, me atrevo a afirmar que el consenso científico podría ser envidiable para cualquiera que defienda una causa justa. Miles de científicos de todo el mundo han podido corroborar las palabras del Dr. Sagan, y gracias a la colaboración de todos ellos se ha elaborado un informe en el que claramente se pueden observar cuáles serán los escenarios climáticos para el año 2050, en donde los eventos extremos como sequías o inundaciones serán una nueva normalidad debido al incremento vertiginoso de la temperatura a nivel planetario. Muchos de nosotros emigraremos porque las temperaturas superarán el límite en el que la vida es posible, muchos dejaremos nuestros hogares atrás porque nuestras casas estarán en zonas inundables, muchos tendremos que dejar nuestras tierras porque ya no serán cultivables, y muchos tendremos que huir hacia un lugar donde el agua será sin duda el bien más preciado.

Modelo de temperaturas planetarias para el año 2050 en función del calentamiento global (Informe IPCC 2021)

La publicación de este informe, cuyo titular era “Alerta roja para la humanidad”, fue el punto de partida de la cumbre del cambio climático celebrada en Glasgow en octubre del año pasado. Evidentemente este informe se publicó para que las clases políticas tomasen decisiones, y para que entre todos aquellos que tienen el poder de dirigir nuestras vidas pudieran debatir cómo podemos hacer que la humanidad siga consiguiendo logros memorables; sin embargo, parece que seguimos prefiriendo conducir un Ferrari hacia el precipicio. En este contexto, resulta curioso observar que los países “ricos” asistentes a la cumbre acordaron reducir el gasto de energía basado en combustibles fósiles para el año 2050, al tiempo que las grandes corporaciones que explotan dichos combustibles estiman que en torno al 2050 estarán agotados. Este cruce de datos, al menos me resulta desconcertante. Partiendo de la hipótesis de que si se avecina un desastre habría que intentar resolverlo cuanto antes, a veces creo que al igual que en el océano, entre la política y el dinero no existen fronteras.

Quizás yo pueda estar equivocada pero no debemos dejar de estar alerta y ser perseverantes. Afrontar el reto de frenar el calentamiento global podría ser el mayor logro en toda la historia de la humanidad. Podemos incluir en esa humanidad a nuestros hijos o a todos aquellos que queremos; porque querer se quiere igual en Nueva York, en París, en Brasil o en Uganda. Por eso sería conveniente que exijamos cambios, y que nos mostremos firmes frente a la mentira de aquellos que quieren seguir enriqueciéndose, aunque estén dispuestos a hacerlo en un planeta inhabitable.