Dr. R. Carús-Falcón. Imagen propiedad de revista eSmás Vilagarcía Nº 22 (https://www.revistaesmas.com/el-dr-carus-ilustre-medico-vilagarciano-del-s-xix.html).
Hoy me gustaría hablaros de dos de mis grandes pasiones: el océano y la filosofía. Quizás alguno de vosotros pensará qué una cosa no tiene que ver con la otra, pero solo hay que prestar atención a lo que nos rodea para darse cuenta de que sí. Nuestra forma de enfrentarnos al mundo y la de todos los animales -incluídos aquellos que habitan el océano-, está íntimamente relacionada con el medio natural que nos rodea, y este hecho marca sin duda el papel que cada uno de nosotros desempeñará en ese complejo entramado de relaciones interdependientes que forma la vida en nuestro maravilloso planeta.
Hace más de 3000 años la filosofía china ya ahondaba en estos aspectos desde un punto filosófico. Cuenta el hexagrama 9 del libro oracular chino i-ching que “existe una constelación donde un elemento fuerte es por un cierto tiempo refrenado por un elemento débil; sólo a través de la suavidad y de la gentileza es que tal situación puede ser acompañada por el éxito”. Aunque pueda parecer extraño, este concepto filosófico es perfecto para hablaros del plancton marino puesto que gracias a la gentileza de estos seres invisibles al ojo humano, la vida en la Tierra tiene el éxito asegurado.
Trigramas: Superior: Sun Lo Suave, el Vient; Inferior: Ch’ien Lo Creativo, el Cielo.
La palabra plancton (del griego πλαγκτόν [planctón]) significa ‘lo errante’ o ‘lo que va errante’ y se emplea en oceanografía para definir a esa inmensidad de criaturas de pequeño tamaño que viven en suspensión en el agua, y que se mecen bajo el poder de las corrientes marinas. Su proliferación está íntimamente ligada a las condiciones de luz, temperatura, salinidad y nutrientes en el agua de mar, siendo por tanto estos elementos los pilares fundamentales de la vida y la muerte de estos pequeños seres.
Muestras de plancton de las Rías gallegas. Fotografía tomada con un microscopio de alta resolución © Diana Zúñiga.
El estudio de estos microorganismos por parte de la comunidad científica se debe a que la vida humana está íntimamente ligada a su existencia. De hecho, por su capacidad de realizar la fotosíntesis, son uno de los mayores proveedores de oxígeno en el planeta, superior al producido por todos los bosques y plantas juntos. Además, podemos decir que el plancton tiene la capacidad de regular el clima en la Tierra, puesto que absorbe inmensas cantidades de CO2 presente en la atmósfera. Y por último, pero no menos importante, estos organismos microscópicos constituyen la base de la cadena alimentaria marina; realmente podríamos afirmar que sin plancton no existirían las ballenas.
Fotografía propiedad de NOAA web oficial del gobierno de los EUA. Stellwagen Bank National Marine Sanctuary (NOAA)
Cuando comencé a trabajar en proyectos relacionados con el plancton, buscando en la bibliografía los trabajos previos, descubrí que el primer estudio de plancton realizado en Galicia se remontaba al año 1903, y que fue realizado por el Dr. Roque Carús-Falcón llevando por título “Los misterios de la naturaleza: investigaciones sobre el microplankton de la Ría de Arosa”. Creo que es uno de los mejores trabajos existentes hasta la fecha y para mi sorpresa fue publicado por la pasión de un médico Vilagarciano que siguiendo la estela de Darwin y otros grandes científicos europeos de aquella época decide poner su granito de arena al estudio del océano en un país donde todavía ese campo era un desierto de sabiduría. Resulta muy gratificante pensar que un médico que vivió a finales del siglo XIX dedicara tanto tiempo y esfuerzo a publicar la mayor catalogación del microplancton en las rías gallegas, con esos maravillosos dibujos que por primera vez mostraron a los habitantes de Galicia esas criaturas invisibles.
Portada del libro del Dr. R. Carús-Falcón donde se muestra la portada y una de las láminas con las ilustraciones del microplancton (lámina 7).
No puedo añadir más que, gracias a su lectura, descubrí la pasión de aprender por el mero hecho de aprender y entender aquello que decía Carús en su maravilloso libro: “…tales seres parecen haber representado, sin embargo, interesantísimo papel en la creación de la Tierra, en la constitución de las especies, entrañando en nuestros días un vasto e intrincado campo de observación, siempre nuevo, para la escudriñada mirada del investigador que con vehemencia ansía penetrar los ocultos arcanos de la Naturaleza, ahondar y aclarar en lo posible los oscuros conceptos del origen, de la sucesión, de la morfología y la biología del mundo orgánico infinitamente pequeño y el de los seres superiores con aquél relacionado”.
Desde ese momento supe que tenía la suerte de trabajar en un campo maravilloso y que si podía dedicaría mi vida científica a estudiar e esos maravillosos seres para poder enseñárselos al mundo y para explicarles que representar en la vida lo que ya nos contaba el hexagrama 9 del libro i-ching, sólo a través de la gentileza de lo débil y pequeño puede alcanzarse el éxito de una constelación.